Sábado Santo

2015-04-02 21.52.46Te animo a que leas esta lectura, meditándola. Es una joya que tiene muchos siglos de oración y meditación.

Lectura Patrística

El descenso del Señor al abismo

Anónimo

Homilía antigua sobre el grande y santo Sábado

¿Qué es lo que hoy sucede? Un gran silencio envuelve la tierra; un gran silencio porque el Rey duerme. La tierra temió sobrecogida, porque Dios se durmió en la carne y ha despertado a los que dormían desde antiguo. Dios ha muerto en la carne y ha puesto en conmoción al abismo.

Va a buscar a nuestro primer padre como si fuera la oveja perdida. Quiere absolutamente visitar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte. Él, que es al mismo tiempo Dios e Hijo de Dios, va a librar de su prisión y de sus dolores a Adán y a Eva.

El Señor, teniendo en sus manos las armas vencedoras de la cruz, se acerca a ellos. Al verlo nuestro primer padre Adán, asombrado por tan gran acontecimiento, exclama y dice a todos: «Mi Señor esté con todos». Y Cristo, respondiendo, dice a Adán: «Y con tu espíritu». Y tomándolo por la mano le añade: Despierta tú que duermes, levántate de entre los muertos y Cristo será tu luz.

Yo soy tu Dios, que por ti y por todos los que han de nacer de ti me he hecho tu hijo; y ahora te digo que tengo el poder de anunciar a los que están encadenados: «salid»; y a los que se encuentran en las tinieblas: «iluminaos»; y a los que dormís: «levantaos».

A ti te mando: despierta tú que duermes, pues no te creé para que permanezcas cautivo en el abismo; levántate de entre los muertos, pues yo soy la vida de los muertos. Levántate, obra de mis manos; levántate, imagen mía, creado a mi semejanza. Levántate, salgamos de aquí, porque tú en mí, y yo en ti, formamos una sola e indivisible persona.

Por ti yo, tu Dios, me he hecho tu hijo; por ti yo, tu Señor, he revestido tu condición servil; por ti yo, que estoy sobre los cielos, he venido a la tierra y he bajado al abismo; por ti me he hecho hombre, semejante a un inválido que tiene su cama entre los muertos; por ti, que fuiste expulsado del huerto, he sido entregado a los judíos en el huerto, y en el huerto he sido crucificado.

Contempla los salivazos de mi cara, que he soportado para devolverte tu primer aliento de vida; contempla los golpes de mis mejillas, que he soportado para reformar, de acuerdo con mi imagen, tu imagen deformada; contempla los azotes en mis espaldas, que he aceptado para aliviarte del peso de los pecados, que habían sido cargados sobre tu espalda; contempla los clavos que me han sujetado fuertemente al madero, pues los he aceptado por ti, que maliciosamente extendiste una mano al árbol prohibido.

Dormí en la cruz, y la lanza atravesó mi costado, por ti, que en el paraíso dormiste, y de tu costado diste origen a Eva. Mi costado ha curado el dolor del tuyo. Mi sueño te saca del sueño del abismo. Mi lanza eliminó aquella espada que te amenazaba en el paraíso.

Levántate, salgamos de aquí. El enemigo te sacó del paraíso; yo te coloco no ya en el paraíso, sino en el trono celeste. Te prohibí que comieras del árbol de la vida, que no era sino imagen del verdadero árbol; yo soy el verdadero árbol, yo, que soy la vida y que estoy unido a ti. Coloqué un querubín que fielmente te vigilara; ahora te concedo que el querubín, reconociendo tu dignidad, te sirva.

El trono de los querubines está preparado, los portadores atentos y preparados, el tálamo construido, los alimentos prestos, se han embellecido los eternos tabernáculos y moradas, han sido abiertos los tesoros de todos los bienes, y el reino de los cielos está preparado desde toda la eternidad.

Dios en los Alpes

Filosofía para el siglo XXI

 320_GERMANWINGS_D-AIPX_147_10_05_14_BCN_RIP_(16730197959)        La declaración del fiscal de Marsella de que el terrible accidente de aviación en los Alpes había sido causado intencionalmente por el copiloto ha conmovido a todo el mundo. Nos afecta muy profundamente que alguien como nosotros haya decidido terminar con su vida llevándose consigo las vidas de otras 149 personas cuya seguridad le había sido confiada. No solo nos conmueve sino que nos horroriza, porque cuando nos llegó la noticia del accidente no podíamos imaginar que un daño tan grande pudiera ser causado por un ser humano.

         Una conducta de ese tipo quiebra nuestra confianza habitual en los demás: sin confianza no podríamos vivir. Estamos acostumbrados a los controles de seguridad en los aeropuertos —tanto de las personas como de sus equipajes— para intentar protegernos de algún terrorista oculto en el pasaje, pero hasta ahora habíamos confiado tranquilamente en los pilotos y las azafatas. ¿Hay que…

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¿Dónde está Dios?

Virgen de la Roca (4)Tengo la seguridad de que Itxu, buen amigo, está encantado en que publique su artículo.

Quería escribir algo sobre la terrible tragedia que estos días nos ha conmovido a todos; a mí de una manera tremenda porque tenía una buena amistad con Iosep (Pep), y con su mujer Marta, un magnifico matrimonio, padres del colegio en el que trabajo.

Pero me encontré este articulo de Itxu, y me di cuenta de aquí está dicho todo.

Basta con esto.

Sólo me queda rezar y acompañar a quienes han perdido seres queridos, como Marta, y sus hijos Carla, Bruna, Arnau y Arlet (que todavía no ha nacido).

Os pido una oración por ellos. Gracias.

 

¿DÓNDE ESTÁ DIOS?

MADRID.-  Las peores tragedias son aquellas que no logramos explicar. Es el mal, quizá. O el hombre. 

ITXU DIAZ. PERIODISTA Y ESCRITOR SATÍRICO | 24 de marzo de 2015

MADRID.- Desolación. Frío. Da igual. No vamos a encontrar las palabras. Las peores tragedias son aquellas que no logramos explicar. Es el mal, quizá. O el hombre. Es la muerte, que queda como balance de algo tan horrible, tan difícil, tan desesperante. ¿Dónde está Dios? Se escucha otra vez. Clamamos desde la tierra, con los ojos agarrados al enigma azul del cielo. Nada hay más humano que esta pregunta. Y supongo que Dios está ahí, en las lágrimas, en la leve luz de la esperanza, y en la mirada solemne de esas niñas del colegio Montespiño de La Coruña, que el miércoles llevaron flores a su Virgen, por Josep Sabaté, padre de tres alumnas del centro, y por todas las demás víctimas de la tragedia de Los Alpes.

Josep no sólo deja hijos de 3, 5 y 7 años. Su mujer esperaba el cuarto, ya muy avanzado el embarazo. Así, esa ofrenda floral en el colegio era también el inmenso abrazo de alumnos y profesores a una familia rota. No podríamos llorar lo suficiente. No podríamos explicar lo inexplicable. Tan solo reposar nuestra esperanza en la lección de serenidad, de luto elegante y sincero, de esas niñas portando las flores ante su Virgen de la Roca por el padre de sus amigas, por aliviar un poco el dolor de todos. Lágrimas, silencio, y una oración en los labios.

Aunque lleguemos a conocer todos los detalles de lo ocurrido, siempre será imposible entender por qué. De mismo modo que es imposible no conmoverse al repasar la lista de fallecidos, al leer los detalles de los últimos minutos en ese avión, al conocer las historias personales. Toda una vida marcada por los gritos y golpes contra la puerta de la cabina. Tantas vidas. Huérfanos y viudas jóvenes. Y ni una sola razón para tanto mal, para tanto dolor. Tan solo ese misterio del sufrimiento, que es el misterio de Dios, y el amor, que planta la cara más digna y valiente al mal, desarmándolo.

Es preciso siempre el recordatorio de nuestra fragilidad, de nuestra fugacidad. Todo ahora nos empuja al amor. No podemos dejar de querernos hoy, porque mañana puede ser demasiado tarde. Nuestro siglo no entiende este lenguaje de profunda eternidad, en su histeria por quemar el reloj. Algo hemos sacado de estos días negros de extraña paz. Vivimos en un suspiro. Nuestra seguridad es ficción. Y estamos siempre expuestos al mal, que destruye, que ahoga, que existe por más que a veces queramos negarlo.

Cae esta tarde de luto y primavera. Siguen las banderas a media asta en Madrid. Paseo calles viejas y encuentro velas prendidas en algunos rincones. Junto a la ermita, flores anónimas y dibujos de niños. Besos gratuitos. Solo en el esfuerzo por hacer el bien, por querer cada día más, por estirar el corazón hacia el cielo, podremos encontrar la esperanza de vivir entre el dolor. Con la seguridad de que buscando el bien combatimos también la podredumbre de la maldad, expuesta con toda su amargura hoy en esos espeluznantes comentarios en las redes sociales, con chistes y felicitaciones por lo ocurrido en Los Alpes.

Hay que tener muy sucio el corazón, muy podrida la conciencia, para reírse de algo así. Y sin embargo, no me inquieta esa basura. Mi corazón está sereno y orgulloso entre esas niñas de Montespiño reunidas en homenaje a los fallecidos, aprendiendo de su emocionante lección de amor, al llevar el dolor de todos hasta los pies de la Madre de Dios. Al fin y al cabo, nadie como una madre para aliviar el dolor. Su gesto sencillo e inocente nos reconcilia, nos vapulea el alma dormida, nos sitúa en la senda de la belleza y del amor, en el ejército de los hombres buenos. No hay mal capaz de oscurecer tanta luz.

 

 

Un Dios «necesitado»

«El poder de Dios necesita de la debilidad del hombre

Dios, al acercarse al hombre lo debilita. Hace exactamente lo contrario de lo que podríamos esperar. A nosotros nos parece que somos quienes nos acercamos a El, y que, en esa situación, deberíamos hacernos cada vez más fuertes, deberíamos ser cada vez más independientes. Sin embargo, es El quien se acerca a ti, y al acercarse te debilita más, ya sea física, psíquica o espiritualmente. Y lo hace para poder habitar en ti con su poder, porque es tu debilidad la que le da sitio a su poder. Cuando estás débil no puedes confiar en ti mismo, y es entonces cuando surge la oportunidad de que te dirijas a El, y quieras apoyarte en El. Con mucha frecuencia te defiendes ante la mayor de las gracias, la gracia de la debilidad, aunque ya San Pablo escribió: «Mi fuerza es muestra perfecta en la flaqueza, por tanto con sumo gusto seguiré gloriándome sobre todo en mis flaquezas, para que habite en mí la fuerza de Cristo (…). Pues cuando soy débil, entonces es cuando soy fuerte» (2 Co 12, 9)

Tu poder y tu fuerza tarde o temprano tienen que derrumbarse. En realidad tu fuerza no existe, porque no es más que un don, un don del que tú te apropias, y por eso tienes que ser despojado de él.

San Maximiliano María Kolbe se sentía totalmente desvalido durante muchos de sus grandes viajes apostólicos. A veces se encontraba en climas muy difíciles para sus pulmones enfermos. Sufría mucho en los viajes por mar, por la humedad que a veces le impedía respirar. Sin embargo, todas esas contrariedades no detenían sus deseos de anunciar el Reino de la Inmaculada en todo el mundo, aunque más de una vez sentía que no aguantaría una hora más en el barco. Posiblemente entonces le habría dicho a María: ¿Si no puedo resistir una hora más, cómo podré ampliar tu reino? Aquella debilidad era toda su fuerza.»

(Del libro, Meditaciones sobre la Fe. P. Tadeusz Dajczer)

Realmente el paso de los años hace comprobar más esa fuerza de la Fe que tienen los hombres de Dios, los que son capaces de ser apóstoles y «anunciadores» de la Verdad.

Este texto define muy a quienes -independientemente de la edad y condiciones- se levantan y se ponen en marcha para hablar, amar y evangelizar, como acaba de hacer una de mis hermanas y su marido (ambos mas de 65 años) que se van a evangelizar como familia a Guinea, donde el «hambre de pan», y de Dios es absoluta.

Rezad por ellos.IMG_2374

 

Libertad y gracia

No es que esté ausente, sino que hasta ahora no he podido dedicarle un minuto al blog; además mi idea es que los post no fueran abundantes, pero sí pensados. Hoy me he encontrado con unas palabras del Papa (al que mañana, si Dios quiere poder ver y concelebrar con él en Santiago de Compostela) que me han maravillado. Son acerca de Romano Guardini, del que él es discípulo, y tratan -como no- de la verdad. Ahí te las incluyo para que las pienses. El discurso lo puedes ver entero en zenit o vaticano:

«En los apuntes sobre su vida, él afirmaba: “Lo que inmediatamente me interesaba no era la cuestión de lo que alguien dijera sobre la verdad cristiana, sino de qué es lo verdadero» (Berichte über mein Leben, S. 24). Y era este planteamiento de su enseñanza lo que nos impresionó a nosotros los jóvenes, porque nosotros no queríamos conocer un “espectáculo pirotécnico” de las opiniones existentes dentro o fuera de la Cristiandad: nosotros queríamos conocer lo que es. Y allí estaba uno que sin temor y, al mismo tiempo, con toda la seriedad del pensamiento crítico, planteaba esta cuestión y nos ayudaba a pensar juntos. Guardini no quería saber una o muchas cosas, él aspiraba a la verdad de Dios y a la verdad sobre el hombre. El instrumento para acercarse a esta verdad era para él la Weltanschauung – como se la llamaba en aquel tiempo – que se realiza en un intercambio vivo con el mundo y con los hombres. Lo específico cristiano consiste en el hecho de que el hombre se sabe en una relación con Dios que lo precede y a la cual no puede sustraerse. No es nuestro pensar el principio que establece la medida de las cosas, sino Dios que supera nuestra medida y que no puede ser reducido a entidad alguna creada por nosotros. Dios se revela a sí mismo como la verdad, pero esta no es abstracta, sino al contrario, se encuentra en lo concreto-viviente, en fin, en la forma de Jesucristo. Quien sin embargo quiere ver a Jesús, la verdad, debe “invertir la marcha”, debe salir de la autonomía del pensamiento arbitrario hacia la disposición a la escucha, que acoge lo que es. Y este camino hacia atrás, que ´él llevó a cabo en su conversión, plasmó todo su pensamiento y toda su vida como un continuo salir de la autonomía hacia la escucha, hacia el recibir. Con todo incluso en una relación auténtica con Dios, el hombre no siempre comprende lo que Dios dice. Necesita un correctivo, y este consiste en el intercambio con los demás, que en la Iglesia viviente de todo tiempo ha encontrado su forma confiable, que une a todos unos con otros.»

Espero que te hayan ayudado, a mi me conmovieron y me hicieron pensar.

Libertad y gracia

Volviendo a meditar lo que decía en la última entrada, me encontré con este recientísimo texto del Papa Benedicto XVI. Me gustó, porque explica cómo el mártir es un ser sumamente libre, totalmente libre, sencillamente porque su acto tiene una razón fundamental: el Amor; nadie ama «a la fuerza», si algo hay libre es el Amor, y un mártir no hace lo que hace sino es por Amor a Dios y a los demás.

“Pero es importante destacar que la gracia de Dios no suprime o sofoca la libertad de quien afronta el martirio, sino que al contrario la mejora y la exalta: el mártir es una persona sumamente libre, libre frente al poder, al mundo; una persona libre, que en un único acto definitivo da a Dios toda su vida, y en un supremo acto de fe, de esperanza y de caridad, se abandona en las manos de su Creador y Redentor; sacrifica su propia vida para ser asociado totalmente al Sacrificio de Cristo en la Cruz. En una palabra, el martirio es un gran acto de amor en respuesta al inmenso amor de Dios.

        Queridos hermanos y hermanas, como decía el miércoles pasado, probablemente nosotros no estamos llamados al martirio, pero ninguno de nosotros está excluido de la llamada divina a la santidad, a vivir de una manera elevada la existencia cristiana y esto implica tomar la cruz de cada día sobre uno mismo. Todos, sobre todo en nuestro tiempo en que parecen prevalecer egoísmo e individualismo, debemos asumir como primer y fundamental compromiso el de crecer cada día en un amor más grande a Dios y a los hermanos para transformar nuestra vida y transformar así también nuestro mundo.”

(Benedicto XVI. Audiencia del miércoles 11 de agosto de 2010)

Testimonio de la verdad

Cuando leí por vez primera este texto del Papa Juan Pablo II me removió por dentro, porque me pareció que daba en una de la claves de entender porqué y cómo defender la verdad (Verdad con mayúscula). Verdaderamente es testimonio grandioso de la Verdad el martirio. No se muere sino es por Alguien, más que por algo, y sobre todo cuando Ese Alguien es la Verdad y la Vida.

Sólo he puesto un extracto de ese número de la Encíclica. Te recomiendo leerlo entero.

“Finalmente, el martirio es un signo preclaro de la santidad de la Iglesia: la fidelidad a la ley santa de Dios, atestiguada con la muerte es anuncio solemne y compromiso misionero «usque ad sanguinem» para que el esplendor de la verdad moral no sea ofuscado en las costumbres y en la mentalidad de las personas y de la sociedad. Semejante testimonio tiene un valor extraordinario a fin de que no sólo en la sociedad civil sino incluso dentro de las mismas comunidades eclesiales no se caiga en la crisis más peligrosa que puede afectar al hombre: la confusión del bien y del mal, que hace imposible construir y conservar el orden moral de los individuos y de las comunidades. Los mártires, y de manera más amplia todos los santos en la Iglesia, con el ejemplo elocuente y fascinador de una vida transfigurada totalmente por el esplendor de la verdad moral, iluminan cada época de la historia despertando el sentido moral. Dando testimonio del bien, ellos representan un reproche viviente para cuantos trasgreden la ley (cf. Sb 2, 2) y hacen resonar con permanente actualidad las palabras del profeta: «¡Ay, los que llaman al mal bien, y al bien mal; que dan oscuridad por luz, y luz por oscuridad; que dan amargo por dulce, y dulce por amargo!» (Is 5, 20).

Si el martirio es el testimonio culminante de la verdad moral, al que relativamente pocos son llamados, existe no obstante un testimonio de coherencia que todos los cristianos deben estar dispuestos a dar cada día, incluso a costa de sufrimientos y de grandes sacrificios. En efecto, ante las múltiples dificultades, que incluso en las circunstancias más ordinarias puede exigir la fidelidad al orden moral, el cristiano, implorando con su oración la gracia de Dios, está llamado a una entrega a veces heroica. Le sostiene la virtud de la fortaleza, que —como enseña san Gregorio Magno— le capacita a «amar las dificultades de este mundo a la vista del premio eterno» “ (Juan Pablo II. Carta Encíclica Veritatis Splendor, n. 93)

De los inicios

Vendedor de verdades. Parece un título con demasiadas pretensiones. Lo cierto es que lo que me ha movido a comenzar este blog es simplemente eso: vender verdades, o mejor, conocer y dar a conocer la Verdad. He querido ponerlo con mayúscula, porque la Verdad es Una, aunque algunos pretendan demostrar lo contrario, y quieran demostrar que es la Libertad la que nos hace verdaderos, cuando es la Verdad la que nos hace libres.

Conozco hombres y mujeres que -dicen- viven libremente, pero no son felices, porque no conocen la Verdad, o si la conocen no la quieren, no la aman, no la aceptan. Si ayudo en algo, bienvenidas sean estas palabras y el tiempo que haya podido gastar en ponerme delante de ordenador y escribir.

Sólo te añado que funcionaré con enlaces al blog que habitualmente administro (http://seguirsenderos.blogspot.com) y que quiero seguir trabajando. Espero que las verdades que pueda trasmitirte sirvan. ¡Ah! acepto cualquier comentario, no quiero quedarme con lo que yo cuente, para eso no escribo, no hablo. A alguien se lo decía hace unos días, lo que más me descansa es compartir el tiempo con los demás. Un abrazo.